Miracleman 1: El sueño de volar – Reseña cómic

Hablamos del tomo Miracleman 1: El sueño de volar. Una obra que cambio para siempre de manera radical y el género superheroico. Genialidad en estado puro a cargo de Alan Moore en un estado de gracia absoluto.

Miracleman 1: El sueño de volar

¡Kimota! La palabra que cambió el género de los superhéroes para siempre

Por lo general, se ha considerado que Watchmen y The dark knight returns fueron las dos obras que catalizaron el cambio de la industria del comic hacia un tono más adulto y oscuro. Dos trabajos que iniciaron su publicación el mismo año –1986– y que llevaron este medio hacia una década de los 90 que malinterpretó estos postulados ofreciendo un torrente de héroes ridículamente sombríos y con armas de un tamaño que desafiaban toda física. Si bien en esta época también surgieron series que comprendieron lo que era esa evolución –Planetary o Authority, por poner dos ejemplos– el germen de todo tuvo lugar en Miracleman. Un trabajo injustamente opacado por la historia –debido a causas externas al propio comic- que acaba de reeditarse en el tomo Miracleman 1: El sueño de volar del que hablamos

Y es que si hay un punto decisivo en el género superheroico, este es sin duda la publicación de esta serie. Un trabajo en el que con tan solo 16 grapas Alan Moore deconstruyo el cómic señalando un antes y un después que marcó el devenir de ABSOLUTAMENTE todo un género. Un hito cuya repercusión aún está presente en la industria del noveno arte. Porque donde otros se limitaron a dar una capa de pintura -oscura- a la fachada, Moore derribo el muro ladrillo por ladrillo para construir algo nuevo y nunca visto antes. La llamada edad moderna del comic no hubiera tenido lugar sin Miracleman. Una colección con la que no solo los superhéroes llegaron a la mayoría de edad, sino que además perdieron la inocencia irremediablemente. Y todo empezó con una simple e inocente palabra, ¡Kimota!

Miracleman 1: El sueño de volar
Miracleman 1: El sueño de volar

My other skin is a GOD

Mike Moran, periodista freelance, se ve inmerso en un robo de plutonio por parte de un grupo terrorista cuando cubre una manifestación en una central nuclear. Tras un ataque de pánico que le deja al borde del desmayo, su cabeza parece desbloquear una palabra que lleva rondando días entre sombras por su cabeza: Kimota. Tras pronunciarla entre susurros, libera a su alter ego, Miracleman, el ser más poderoso del planeta, quien rápidamente frustra la intentona. Con sus recuerdos ya desbloqueados, Moran intentará lidiar con una doble personalidad que ocasionalmente parece más que un don, parece un caramelo envenenado y que hará que su vida sea de todo menos más sencilla. Algo que no mejorara cuando reciba la llamada de un personaje de su pasado que creia desaparecido.

La relación de Moran con Miracleman es tan ambigua como tensa y es esto es perceptible para el lector desde la primera página. Este se ve incapaz de lidiar con el poder de un dios todopoderoso en su propio cuerpo. Con un alter ego perfecto en todo que poco a poco va fagocitando su personalidad y erigiéndose como la mitad favorita de su mujer y de quienes conocen su secreto. Algo que será el principio del fin de Moran, quien pasara eventualmente y a lo largo de la serie de ser la mitad predominante a ser un vestigio que sobra cuando Miracleman se erige como protector del planeta tierra. Mejor amante, mejor padre, más inteligente y con fuerza y capacidades divinas, simboliza al Übermensch como jamás ha sido mostrado en el comic. Y una amenaza para el hombre de a pie.

Miracleman 1: El sueño de volar
Miracleman 1: El sueño de volar

Realismo y todo lo que esto implica

La idea original de Moore era la de trasladar el superhéroe clásico a un escenario lo más realista posible. Una premisa que llevó hasta sus últimas consecuencias, rompiendo el paradigma iniciado apenas 20 años antes con el inicio de la «Marvel Age» y posicionando a Miracleman en los turbulentos años ochenta británicos. Este realismo implicaba un revisionismo a niveles muy profundos que abarcaba desde como se trataban los problemas personales hasta la relación del protagonista con su alter ego y con su propio entorno. Algo que queda de manifiesto con la –aparentemente– inconexa escena que abre el primer número y muestra un camión transitando una autovía al alba. Una escena que sería la primera de muchas estampas crudas, costumbristas y que se desligaban del comic superheroico al uso.

Gargunza archienemigo de Miracleman– se desmarca del villano al uso con motivaciones endebles y se destapa como un psicópata funcional. Busca hacer el máximo daño al prójimo y su beneficio personal. No hay una rocambolesca historia de inicio, es simplemente, la quintaesencia del mal a la que no debemos buscar por qué. Miracleman a su vez es víctima de un experimento atroz con tecnología extraterrestre a manos de Gargunza que le borro la memoria y le convirtió en una marioneta la mayor parte de su vida. El poder como un castigo. El juego y los jugadores están contaminados de origen y eso forma parte de la trama de la colección. El realismo permea cada capa de los guiones, incluyendo la visión más realista y descarnada de la violencia. Esta, uno de los ejes de los primeros arcos de la serie.

Miracleman 1: El sueño de volar

Armas humanas de destrucción masiva

Hay una magnífica escena en el segundo número de Miracleman que anticipa no solo lo que vendría en esa propia grapa, sino en el resto de la serie. Apostados ante una terraza situada en el último piso de un imponente rascacielos, Jonathan BatesKid Miracleman– comenta a Mike Moran «Se avecina una buena tormenta. Que hermosa es, ¿Verdad?». Una sentencia que llega tras ir situando, sutilmente, cada vez más nubes –y más negras– que parecen acorralar al protagonista página tras página hasta empujarle a un inevitable y violento desenlace. Una devastadora pelea en la que dos hombres con la fuerza de dioses luchan dejando un elevado número víctima mientras destrozan la ciudad de Londres. Hasta ese momento la violencia mostrada en los comics no había tenido esa fisicidad ni había parecido tan amenazadora.

Moore muestra la cara más amarga de los superpoderes y de los superhumanos. Y lo hace de un modo que ni el noveno ni el séptimo arte mostrarían, sino hasta décadas más tarde. Y aun con todo, jamás acercándose a este nivel de realismo. La pelea del sexto número de Miracleman, que deja millones de muertos y es explícita a niveles escalofriantes, jamás ha sido superada. No hay morbo gratuito, solo el resultado de un poder desatado ante el que no tenemos protección alguna. Esta serie cambió el paradigma para siempre de un modo sutil que sus sucesoras malograrían sin llegar a entender la premisa de Moore en su totalidad. No hay más que ver al Patriota de The Boys, hijo bastardo de Kid Miracleman cuya complejidad no roza ni la aquí expuesta. Un ejemplo al que podríamos poner más caras.

Miracleman 1: El sueño de volar
Miracleman 1: El sueño de volar

Genialidad en estado puro

En conclusión, estamos ante una serie que cambio para siempre el mundo de los superhéroes y como los lectores se relacionaban con estos. Uno de los trabajos más sólidos de Alan Mooreque ya es decir– y por derecho propio uno de los mejores comics de la historia. Revolucionaria hasta extremos impensables y adelantada –muchos– años a su tiempo, la influencia de Miracleman abarca cuatro décadas de noveno arte en las que ha sido continuamente imitado pero nunca superado. Sus sucesores espirituales pueblan las estanterías desde hace años, pero ni por asomo han conseguido acercarse a la complejidad moral y empaque de este pequeño milagro del noveno arte. Algo que deja claro ante qué clase de producto nos encontramos.

Este primer arco plantó los cimientos de un nuevo escenario ambiguamente moral en el que los superhéroes eran más un peligro letal que unos salvadores con capas. Un mundo en el que las dudas y los miedos imposibilitan más que los golpes y donde los superpoderes son más un castigo que un don. Pero esto solo fue el comienzo de la profunda deconstrucción que Moore tenía preparada y que se extendió a lo largo de 16 números. El sueño de volar es tan solo un brillante prólogo que dejaba al lector a punto para ser vapuleado por el segundo arco narrativo de la colección que seria, nuevamente, revolucionario a muchos niveles. Una etapa que tendrá su correspondiente reseña cuando se reedite el segundo tomo que, esperemos, no se demore demasiado.

Miracleman 1: El sueño de volar

¡Bretaña ataca! El equipo detrás de Miracleman 1: El sueño de volar

Pese a que el punto fuerte de Miracleman era su revolucionario guion, en la parte técnica también había un torrente de talento proveniente en su totalidad de Inglaterra. Como dibujante principal tenemos al recientemente fallecido Garry Leach. Este, aparte de encargarse del diseño gráfico inicial de esta nueva etapa, fue dibujante único hasta su número cinco. Su estilo, sobre, realista y cercano al mejor Brian Bolland sirvió para dar ese toque realista que buscaba Moore de un modo impecable. Compositivamente, se permite más de una floritura, maneja la gestualidad de manera magistral y deja unas escenas de pelea para el recuerdo, dejando su participación como poco menos que sobresaliente. A partir del sexto número presta sus tintas a un primerizo, Alan Davis que coge el relevo al dibujo.

Un Davis del que no esperéis el talento arrollador que demostraría más tarde, ya que aquí muestra su cara más sencilla. Copia en parte –al menos inicialmente– a Leach y muestra un notable avance en cada nueva página sin llegar nunca a ser el Davis que todos conocemos. Aun con todo, deja alto el pabellón. En una de las historias finales tenemos a Steve Dillon, Paul Neary y a Davis. Juntos en un coctel tan estimulante como caótico que nos permite disfrutar de tres estilos tan diferentes como geniales. ¿Qué más se puede decir de este triunvirato? Indicar que este tomo no mantiene el color original y tiene un coloreado nuevo y digital a cargo de Steve Oliff. Para mi gusto, superior al original en todos los niveles. Una auténtica delicia que convierte, por fin, este como en atemporal a todos los niveles.

Sobre la edición de Miracleman 1: El sueño de volar

Panini cómics edita Miracleman 1: El sueño de volar en un volumen de tapa dura sin sobrecubiertas. En el interior papel y reproducción gráfica de máxima calidad. Como extras incluye más de cincuenta páginas entre las que podremos encontrar una galería de bocetos de Garry Leach, así como páginas originales a lápiz y tinta y numerosas portadas. Estas ultimas tanto de las ediciones originales como las numerosas reimpresiones y recopilaciones. También encontramos el artículo “Breve historia de los comics británicos”, obra de Mike Conroy quien además firma otro artículo titulado “¡Kimota! El origen secreto del Marvelman de Mick Anglo.” Cierra el volumen una entrevista al propio Mick Anglo realizada por Joe Quesada. Una gran cantidad de material extra a la altura de la edición de uno de los comics más importantes de la historia.

Descuento comitequero
Miracleman. El sueño de volar
La serie que cambio para siempre el género superheroico y uno de los más brillantes, complejos y perfectos ejemplos de cómic jamás publicados. Alan Moore en un estado de gracia impensable acompañado de un equipo gráfico a la altura haciendo historia del medio. ¿Qué más decir? Un imprescindible en cualquier colección. Recomendada por La Comicteca. Hazte con este tomo desde nuestro enlace de afiliado y disfruta de un descuento comiquetero

Miracleman 1: El sueño de volar
Edita
: Panini cómics
Editorial Original: Marvel Comics
Autor/es: El guionista original, Don Lawrence, Mick Anglo, Garry Leach
Fecha de lanzamiento: 20 oct 2022
Páginas: 176 pags.
Tamaño: 18 x 27.5 cm.
Contiene: Miracleman 1-4 USA.
Formato: Tapa Dura
Interior: Color
ISBN: 9788411501019
Precio: 23,95 €

Miracleman 1: El sueño de volar

NUESTRA NOTA - 100%

100%

KIMOTA

La serie que cambio para siempre el género superheroico y uno de los más brillantes, complejos y perfectos ejemplos de cómic jamás publicados. Alan Moore en un estado de gracia impensable acompañado de un equipo gráfico a la altura haciendo historia del medio. ¿Qué más decir? Un imprescindible en cualquier colección.

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Fundador de esta pequeña gran familia que es La Comicteca. Amante del noveno arte desde que aprendí a leer. Lector y escritor en proporciones variables y según el momento. En mitad de todo lo que sea cultura popular.

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