El guionista Hernán Migoya y el dibujante Bartolomé Seguí continúan, tras la fabulosa Tatuaje, publican Carvalho La soledad del manager. Una obra sobresaliente que confirma el interés detrás de un personaje mítico y el talento de una dupla artística imparable.

En 2017 salía a la venta Tatuaje, traslación a viñetas de la célebre novela homónima de Manuel Vázquez Montalbán. Un trabajo sobresaliente en el que Hernán Migoya y Bartolomé Seguí recuperaban al famoso detective Pepe Carvalho para toda una nueva generación de lectores. Uno de los mejores álbumes editado ese año en nuestro país que pedía a gritos una continuación con el mismo equipo creativo. Y esta, aunque ha tardado algo más de lo esperado, ha llegado para confirmar que Tatuaje no fue un golpe de suerte. Venid con nosotros a la tortuosa ciudad de Barcelona de 1977, hoy analizamos Carvalho La soledad del manager.
Antonio Jaumá, manager de la poderosa compañía Petnay ha aparecido muerto con un disparo en la espalda. Lo que la policía ha cerrado clasificándolo como un simple ajuste de cuentas por motivos pasionales –Jaumá tenía unas bragas en el bolsillo trasero y estaba cubierto por perfume de mujer-, podría ocultar algo mucho más oscuro. Su viuda recurrirá a los servicios del detective Pepe Carvalho para aclarar los motivos reales tras el caso. Lo que parecía una investigación rutinaria, oculta algo mucho más grande y sombrío. Algo que atraerá a un punto sin retorno al sabueso gallego.

Algo más que una adaptación de la novela
Si algo sorprende a la hora de afrontar la lectura de La Soledad del Manager es su cualidad narrativa casi hipnótica. Algo debido a la especial manera que tiene el genial Hernán Migoya para adaptar el material original al papel. No se limita a trasladar la novela de manera literal, como suele ser costumbre entre guionistas más perezosos. Migoya desmonta la novela de Montalbán hasta llegar a su ADN. Ahonda en los mecanismos de la misma y los CONVIERTE al lenguaje narrativo del cómic. El resultado es un trabajo genuinamente noir que conserva las señas de identidad de la novela y las del guionista combinadas en equilibrio perfecto. Todo trasluce amor al género y crea una atmósfera respetuosa con el Carvalho literario.
La Soledad del Manager está vertebrada como una investigación detectivesca clásica. El lector acompaña Carvalho quien reconstruye la vida de Jaumá a través de testimonios de terceras personas. Sus amigos, su viuda, sus jefes o sus amantes. Todos actores necesarios para recomponer un misterio que tiene su raíz en las más bajas pasiones humanas. Y lo que parecía ser un arrebato de lujuria acabará tocando prácticamente todos los pecados capitales. Estamos ante una novela gráfica sustentada por los geniales diálogos y las interacciones de personajes. No sobra ni falta una palabra y la «rigidez» que se mostraba en algunos pasajes de Tatuaje parece haberse disipado al haber tomado el pulso al personaje y su mundo. Pero como en casi todas las novelas del personaje, fondo y forma son inseparables. La soledad del manager no solo perfila unos personajes, también perfila una época entera.

La Cara B de la Transición
Aunque tiene ciertos flashbacks situados en 1969, la mayoría del álbum trascurre en el año 1977. Año en el que España iniciaba con una tibia mezcla entre miedo e ilusión la transición hacia la democracia. El mundo en el que se mueve Carvalho no es el que nos contaron los libros de historia. Estamos ante una España en la que una capa de pintura bicolor es apenas incapaz de esconder cuatro décadas de inmovilismo y represión. Bruto, vulgar, mujeriego, pendenciero, incluso a veces falto de moral se mueve en los márgenes del sistema que le han convertido en un cínico incurable. Imagen de derechas, espíritu de izquierdas, solo mostrará su lado tierno, protector y defensor con los suyos.
Pese a todo no dudará en ahondar en las cloacas del poder para descubrir la verdad. Y es en el tercio final cuando ese contexto social, sutil hasta ese momento, explote dejando un regusto amargo. La critica social al famoso «cambio de chaquetas» es de un cariz casi vitriólico. Da igual bajo que siglas se muevan, los viejos fantasmas adquieren nuevas formas y lo único que importa es el poder. La vida humana no vale más que un alto cargo o la promesa de un sillón. Y de no saber que está escrita en 1977, La soledad del manager podría hablar perfectamente sobre nuestro momento actual. Algo que convierte a Montaban en un visionario y a la sociedad española en un caso sin remedio destinado a vivir en bucle sus errores.

Carvalho La soledad del manager, Una continuación modélica, más y mejor.
Este Carvalho La soledad del manager consigue lo que parecía imposible. Mejora sustancialmente a Tatuaje –que ya de por sí resultaba una experiencia sobresaliente– y se erige como uno de los mejores lanzamientos de este 2019. Migoya consigue que reconozcamos perfectamente al personaje. Comilón, excesivo, tierno, duro, cínico, contradictorio, poético y evocador. ¿Y en la parte gráfica? Bartolomé Seguí sigue una línea continuista y vuelve a dar en el clavo retratando fielmente la España de 1977 y dándoles cara y presencia a Biscuter, Carvalho, Charo y todos los personajes de este microcosmos. Tras el Carvalho de Montalbán, el de Migoya y Seguí es el segundo mejor. Y eso para quienes hemos leído sus novelas y amamos al personaje, es mucho decir. No obstante, cabe aclarar que para disfrutar al 100% de este álbum no es necesario haberse leído ni un solo libro del personaje.

CARVALHO. LA SOLEDAD DEL MANAGER
Autores: Hernán Migoya, Manuel Vázquez Montalbán, Bartolome Seguí
Colección: CÓMIC EUROPEO
Serie: CARVALHO.
Formato: Cartoné
Tamaño: 22 x 29,5
Páginas: 80 Color
ISBN: 978-84-679-3952-1
PVP: 19,50 €
CARVALHO. LA SOLEDAD DEL MANAGER
NUESTRA NOTA - 90%
90%
NEGRO DEL BUENO
Adaptación modélica que no se limita a trasladar la novela a viñetas. Deconstruye y reinventa con total fidelidad al genial detective mientras hace un retrato ácido de la auténtica transición española. Todo bajo el marco de una investigación criminal que esconde un horror diferente al que aparenta.