Editada por Grijalbo, “12.301 días inolvidables con mi abuela”, es una auténtica declaración de amor de la autora, Églantine Chesneau, a su abuela. Una novela gráfica repleta de sentimientos y una merecida loa a la figura de los abuelos en la educación de sus nietos

Héroes y Heroínas.
Todos, cuando somos niños, buscamos desesperadamente referentes adultos que nos den seguridad, ejemplo y sobre todo, amor. Nuestros padres. Nuestros abuelos. Hermanos mayores. Adultos que van a ser nuestros superhéroes y superheroínas. A los que admiramos e imitamos. Y, a los que muchas veces, también ansiamos parecernos. Sin duda alguna, todos ellos, van a desempeñar papeles decisivos en nuestra educación. Pero si alguno merece una consideración especial, son nuestros abuelos. Algo que la obra “12.301 días inolvidables con mi abuela” consigue transmitir a los lectores de todas las edades.
Por desgracia, yo no he podido disfrutar de mis abuelos de otra forma que no fuera a través de los relatos de mis padres. Sin embargo, la lectura de la obra de Églantine Chesneau, me ha descubierto ese amor cómplice e incondicional que existe entre los nietos y sus abuelos. Un amor tan hermoso como único. Una relación marcada, por un lado, por la sabiduría y el vasto conocimiento que les han dado sus vivencias. Y por el otro lado, el ansia de saber de sus nietos. Los abuelos, que ya han sido padres, retoman una vez más ese rol con sus nietos. Pero con matices que van a ser muy diferentes. Y el vínculo que crean es tan entrañable y especial que, no sin cierta amargura, tengo que reconocer que echo en falta e incluso envidio.

La autora. Églantine Chesneau
La parisina Églantine Chesneau es una historietista e ilustradora que ha colaborado en publicaciones de varios medios, tanto digitales como en papel. Su debut editorial fue en el año 2012 con el título “Le tour du monde des lois farfelues et absurdes”. Un libro ilustrado que trata sobre las incongruencias legales de países europeos como Inglaterra o los Países Bajos. Un libro que firma con el pseudónimo de Tamagochan.
Casi una década después de su primer trabajo, en el año 2020 publica la que es su primera novela gráfica. “12.301 días inolvidables con mi abuela”. La temática de este trabajo publicado por Grijalbo en España va a ser muy diferente a la de su primer libro ilustrado. Una declaración de amor verdadero, el que la autora siente por su abuela. Y en el que prescinde del pseudónimo para usar su verdadero nombre.

“12.301 días inolvidables con mi abuela”
“Conejito”. Así es como llama su abuela a Églantine desde que la autora es capaz de recordar. Un apelativo cariñoso y que, alguna que otra vez, ha sido motivo de mofa. Y es así como da comienzo esta novela gráfica. En ella Églatine, nos va a hablar de una hermosa relación de amor, la que la autora mantuvo con su abuela. “Conejito” está muy unida a su abuela desde que es una niña. Comparten muchas aficiones como los cómics o la buena comida. A su abuela le apasiona el pan, lo que le ha valido el apodo de abuela Hogaza. Pero lo que realmente son su perdición, los postres. Ir a comer juntas a bonitos restaurantes y guardar siempre un hueco para el postre es toda una tradición entre ellas.
La «abuela Hogaza» no sólo es golosa. También es guapa, coqueta y tiene un olor propio que la distingue. Una mujer despistada pero muy activa, curiosa e inquieta. Se puede decir que intrépida y con toda una vida llena de anécdotas que contar. Le encanta la primavera y todo lo que acompaña a la estación. Las fresas, la floración de las lilas y…. ¡el torneo Roland Garros!. Ni ella ni su nieta se pierden un partido, otra tradición sagrada entre abuela y nieta. Pero con el paso de los años la que, a los ojos de la niña Églantine, es la abuela invencible e inmortal se vuelve frágil y enferma. Pierde su vitalidad y con ello su autonomía e independencia. Poco a poco se apaga el azul glaciar de sus ojos y se acerca la inevitable despedida. Conejito se enfrenta a esta pérdida lo mejor que puede.

Ternura por doquier y dulzura en cada trazo.
La lectura es rápida y amena. El lenguaje que utiliza es sencillo. Una narrativa en la que las viñetas se suceden, una tras otra y con letra manuscrita, para hablarnos con inmensa dulzura de su abuela. Recurre a saltos temporales, del pasado al presente, para contar su historia. De los momentos más felices de su infancia con su abuela recordando hasta el más mínimo detalle al momento presente en el que le sobreviene la vejez. El resultado es una novela gráfica apta para todos los públicos.
El apartado gráfico acompaña a la narrativa en su sencillez. Dibujos de trazos finos, simples y de aspecto infantil. Muy cercanos al cartoon. La paleta de colores es plana y también muy breve. Prácticamente blanco, negro y gris. Con unas leves notas de color, azul y rosa pastel. Los colores de su abuela. El azul glaciar de sus ojos. Del mismo glaciar que la vio crecer. Y el rosa de sus sonrosadas mejillas con un toque de polvos terracota de Guerlain.

La transmisión de lo vivido. El legado de nuestros ancianos.
Vivimos en una sociedad despersonalizada. En la que, ni la unidad, ni tampoco la tradición familiar son “tendencia”. Una sociedad que adolece de nuevas formas de marginación social. Como la que padecen nuestros ancianos. Y en la que, las redes sociales, abducen a unos jóvenes que beben de las fuentes de los buscadores para saciar la sed de conocimiento y cultura. Por ello me llena de satisfacción encontrar una novela gráfica que rinde homenaje a nuestros abuelos y sus enseñanzas. Y que también reconoce su inestimable papel en las relaciones intergeneracionales. Como ejemplo a seguir y como transmisores de valores y memoria viva. Son varios los puntos que Églantine va a tocar en esta novela. La autora no sólo vuelca en el papel la admiración y el amor que siente por su abuela. Sino que nos recuerda el valor intangible e incalculable de su legado en la impronta emocional.
Los abuelos atesoran una herencia extraordinariamente valiosa y necesaria. La de la experiencia adquirida durante su trayectoria vital. Compartiendo las situaciones por las que ambas protagonistas pasan nos hace meditar sobre la finitud de la vida, el envejecimiento y la aceptación de la pérdida. Y da, además, transparencia a una problemática oculta que sufren hoy nuestros ancianos. La de ser, muchas veces, socialmente ignorados. Para formar parte de esta sociedad, se nos exige de forma implícita ser independientes, útiles y productivos. Cuando nuestra autonomía se ve afectada, las soluciones que las políticas sociales nos ofrecen son escasas y de dudosa calidad. Residencias de la tercera edad. Hogares para ancianos. Nada más lejos del hogar feliz. La experiencia de la autora apela también a nuestra conciencia social y nos hace reflexionar sobre la necesidad de buscar la mejor integración y atención posibles para nuestros mayores en la sociedad actual.
Sobre la edición de Grijalbo
El sello Grijalbo edita «12.301 inolvidables con mi abuela». Con una encuadernación en tapa blanda de colores pastel. Y con papel de alta calidad en las páginas interiores.

12301 días inolvidables con mi abuela
Editorial: GRIJALBO
Autor: Églantine Chesneau
Nº de páginas: 176 páginas
Dimensiones: 18.4×2.1×25 cm
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788425358593
Traductor: NOEMÍ SOBREGUÉS ARIAS
Precio: 17.90 €
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Tierno
Una novela gráfica llena de sentimiento que enaltece la relación de los nietos con sus abuelos y el valor de su legado