Hablamos de Mi pequeño, recién editada en nuestro idioma por Fulgencio Pimentel. Una delirante e incómoda obra del historietista Olivier Schrauwen que se erige como una pequeña obra maestra del surrealismo entre viñetas.

Olivier Schrauwen, la revolución belga
En Obabakoak, Bernardo Atxaga hacia una divertida defensa del plagio como instrumento para dotar al euskera de un corpus propio de ficción literaria que diera consistencia propia a este idioma. En Mi pequeño, su primer cómic largo, Olivier Schrauwen, autor bien conocido en España por su obra maestra Arsène Schrauwen, juega conscientemente con este concepto. Y abraza sin rubor ni reparo las maneras de concebir el cómic de los grandes maestros de las planchas dominicales americanas de principios del siglo XX. siendo inevitable el no relacionar esta obra con los trabajos de Winsor McCay, los clásicos americanos de la época o el surrealismo belga.
Porque con Olivier Schrauwen estamos ante uno de los autores más genialmente desconcertantes de los últimos tiempos. Un historietista que se ha marcado como objetivo sortear los límites de la narrativa gráfica en busca de un nuevo tipo de lenguaje. Algo que viendo su breve, pero contundente bibliografía, ha conseguido con creces. Una bibliografía que aúna la vanguardia más absoluta con unas raíces en la BD clásica o en el underground usa de la época de la contracultura. Algo presente, sobre todo en sus numerosas obras cortas, pero ¿En qué se diferenció su salto al álbum largo respecto a sus anteriores trabajos? ¿Supo reconvertir su fórmula y adaptarla al formato sin traicionar su genialidad?

Retorciendo la (i)realidad al máximo
Mi pequeño nos muestra la relación entre un extraño bebé, cuya madre murió en el parto, y su padre. Y lo hace a través de capítulos autoconclusivos donde se juega al golf, se visita Amberes o el zoo de Brujas. Hechos en principio de un carácter totalmente aleatorio. Algo que el autor logra vertebrar, mediante un hilo común, la educación de un hijo, pero bajo un prisma nada inocente o cómodo para el lector. Las diferentes historias con las que autor además de hacer suyos los tropos de las tiras diarias juegan deliberadamente con la incomodidad, las expectativas y la turbación del lector. Algo que consigue de una manera más que contundente el autor.
Con un estilo forzadamente arcaico y en apariencia simple, estilo que abandona en cierta manera en la historia inédita de este álbum: Mi pequeño no es un muñeco y cuya historia contada en paralelo es un prodigio de resolución y de saber articular los recursos narrativos del cómic, Olivier Schrauwen es capaz de tocar descarnadamente temas complejos como el racismo, las relaciones sociales, o el miedo de los padres al crecimiento de sus hijos, dejando estupefacto al lector con unas prodigiosas páginas capaces de producir alipori al lector más avezado. En definitiva un álbum debut que ya nos muestra el increíble talento que luego desplegó el autor belga en posteriores creaciones y que

Sobre la edición de Mi pequeño
Fulgencio Pimentel edita Mi pequeño primorosamente en gran formato y formato cartoné. En el interior un tratamiento vintage a las hojas que resalta la inspiración del autor en las páginas dominicales y cuyo formato se antoja más que adecuado. Como extras se incluye una historia inédita de 15 páginas.

Mi pequeño
Edita: Fulgencio Pimentel
Autores: Olivier Schrauwen
Tamaño: 24,5 x 29 cm.
Formato: Cartoné
Páginas: 80 páginas. Color
ISBN: 978-84-16167-96-8
Precio: 21,00 €
Mi pequeño
NUESTRA NOTA - 75%
75%
NOTABLE
Una obra maestra del surrealismo belga, un trabajo que extiende lo que es el noveno arte y sus límites. Olivier Schrauwen demostrando por qué es uno de los autores más interesantes de la actualidad en su -particular y unico- subgenero con puro talento.
Aqui debería poner una parrafada existencialista y gafapasta pero simplemente soy un tipo que lee tebeos y escribe sobre ellos.
Otro gol de Messi, tu eres mi Antonella.
Pi