Hoy en La Comicteca hablamos de un clásico del francobelga: Tintín en el Tíbet. Álbum número 20 de la colección Las aventuras de Tintín, de Hergé. Editorial Juventud edita la versión en castellano de esta nevada epopeya.

La aventura favorita de Hergé
Antes de hablar de este Tintín en el Tíbet, un poco de contexto. Georges Remí (Hergé) realizo veinticuatro álbumes de su personaje Tintín desde 1930 a 1976. Fue en enero de 1929 cuando el rubio aventurero hizo su primera aparición en viñetas en el suplemento del diario belga de orientación católica Le vingtième Siècle, llamado Le Petit Vingtième. Con un dibujo tosco y en blanco y negro, Hergé elaboró una serie de historietas que verían interrumpida su salida al producirse la invasión alemana de Bélgica en 1940. Durante este periodo, Tintín apareció en el diario colaboracionista Le Soir. Desde 1946 el personaje disfrutó de su propia revista, el semanario Tintín.
En esta revista era habitual publicar sus historietas a una página semanal, dejando periodos de descanso entre una y otra historieta. A este ritmo de trabajo, de un álbum por año (y a veces ni eso) es normal que la calidad de dibujo fuera mayúscula. Hergé cultivó la “línea clara” y fue padre espiritual de muchos ilustradores que se adaptaron a la revista Tintín, la rival de Spirou por aquel entonces. Tintín en el Tíbet (Tintin au Tibet) fue publicada semanalmente desde setiembre de 1958 hasta noviembre de 1959 en la revista Tintín. Apareció en formato álbum en 1960.

El método de trabajo de Hergé
Se han vertido ríos de tinta sobre el método de trabajo de Hergé y de su afición por el Arte, del cual era coleccionista. Se hablaba de que calcaba una y otra vez sus dibujos hasta que estos mostraban la limpieza necesaria para encajar en la línea clara de la que era pionero Hergé. Según lo que ha expresado en entrevistas, dibujaba basándose en los borradores e incluía los elementos de cada página, viñeta por viñeta. Después, incluía los personajes. Todo esto lo hacía enérgicamente, según él, lleno de rabia. Maldiciendo y cambiando la posición de los dibujos. Con papel cebolla volvía a redibujar, esta vez siendo meticuloso con las líneas. En otra capa de papel aplicaba los colores. Totalizan cuatro procesos hasta el resultado final.
En Tintín en el Tíbet, la aventura constituye una anábasis hacia la luz del blanco puro. Hergé, tras una época turbulenta con problemas de agotamiento, depresión y distanciamiento con su primera esposa, decide dar un cambio en su vida hacia la serenidad a partir de 1958. Consagra mucho tiempo a la lectura y a su pasión por el arte contemporáneo. Es en la época de 1954 a 1962 cuando producirá sus mejores obras. Esta aventura ambientada en el Himalaya alcanzará el primer puesto en la revista francesa Lire, en un número especial en donde sus colaboradores han seleccionado los 50 mejores cómics jamás publicados.

Tintín se pone cabezota para viajar al Himalaya
Ya sabemos que a Tintín no le afecta el paso del tiempo. Hergé, que ya había superado el medio siglo de vida, se siente melancólico y recuerda su vida pasada. Ideas que puede usar en las viñetas. En Tintín en el Tíbet quiso rememorar la amistad con Tchang Tchong-Jen, al que conoció en Bruselas en 1934. Este joven chino le abrió las puertas del arte del pincel. En 1981, poco antes de su muerte, Hergé se reencontraría en Bruselas con su amigo. En el cómic, Tintín lee en las noticias sobre un trágico accidente aéreo en Nepal, en el cual su amigo chino Tchang podría haber muerto. Un sueño premonitorio le avisa a Tintín de la posibilidad de que siga vivo, por lo que el aventurero decide ponerse en marcha para ir a rescatarlo al Himalaya.
El Capitán Haddock, que aporta la nota de humor, pues ya sabemos que a Tintín no le sobra esa faceta, gruñirá al respecto. Pero lo acompañará hasta el fin del mundo si hace falta. El despistado Tornasol aparece al principio de la historia, pero ahí se quedará. Serán Haddock y Tintín quienes, junto al sherpa, copen todas las viñetas. Milú, el inteligente perrito de Tintín, tendrá sus momentos de gloria a lo largo de la aventura.Por cierto, el accidente en Nepal es premonitorio de algunos que sucedieron años después en cadenas montañosas. Una obra de ritmo impecable

Tintín en el Tíbet, en las montañas de la locura
Los aficionados consideran Tintín en el Tíbet una de las mejores obras de Hergé. En el momento de su publicación debió de impactar al lector. Cada página tiene un final considerado “Cliffhanger”, que engancha a leer sin pausa. Tiene un ritmo narrativo perfecto. En cambio, la historia en sí, de tan copiada, resulta algo previsible. Hergé utiliza varios elementos fantásticos: los lamas que levitan y el Yeti. A esta criatura la muestra en las últimas páginas manteniendo el suspense de su aspecto durante el transcurso del viaje de los protagonistas por las estepas nevadas.
El dibujo es maravilloso. Las criaturas de Hergé se mueven por escenarios meticulosamente creados. Nos creemos todas las localizaciones que asoman en esta epopeya. Una vez en el Himalaya, los azules de diversas intensidades rematan reflejan perfectamente la nocturnidad de algunas escenas. Los tonos ocres predominan cuando es zona rocosa. El detallismo en la indumentaria de los lamas, en la lamasería y en la aldea demuestran que el trazo de Hergé es único y que por algo ha pasado a la posteridad. Drama y humor se dan la mano en una aventura perfecta.

Sobre la edición de Tintín en el Tíbet
Editorial Juventud publica Tintín en el Tíbet de Tintín en formato álbum de tapa dura sin sobrecubiertas. En el interior papel y reproducción gráfica de máxima calidad. El álbum consta de 64 páginas más guardas. En la contraportada aparece el típico listado de álbumes del personaje. No contiene extras.

Tintín en el Tíbet
Edita: Editorial Juventud
Autor: Herge
Tamaño: 22,5 x 30,5 cm
Formato: Cartoné
Páginas: 64 color
ISBN:978842610382-6
Precio: 12,90 €
Tintín en el Tíbet
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¡GENIAL!
Siempre hay que recomendar las aventuras de Tintín. Son oro puro para todos los lectores de historietas. Nunca pasará de moda.