Panini comics edita el tomo Los Vengadores: La llegada de Proctor. Un volumen que recoge la que es considerada por méritos propios como la mejor saga de los héroes más poderosos de la tierra durante la tormentosa década de los noventa.

La parte buena –que la hubo– de la década de los noventa en Marvel
Existen frases que han pasado al acervo popular y se repiten como axiomas cuando en realidad no se ajustan a la realidad. Así sentencias como vivimos en la Edad de Oro de la televisión o los tebeos de los noventa son basura se repiten como memes que contienen la verdad absoluta cuando directamente son erróneas. En el caso de los cómics de superhéroes esto llega a unos niveles realmente absurdos. Y la sensación –errónea– de que todo en los noventa era extremo, con dientes y pistolones ha impedido en muchos casos acercarse a grandes obras. Trabajos que lejos de ser obras maestras mantienen un nivel bastaste decente como es el caso de estas historias comprendidas en Los Vengadores: La llegada de Proctor, el tomo que nos ocupa en esta reseña.

Una formación tan inusual como solida para una década convulsa
Las historias de este tomo están enmarcadas en una época muy concreta. Un periodo donde ni Marvel como editorial, ni Los Vengadores como cabecera gozaban de buena salud. De hecho, en España, la colección de Los Vengadores estaba cancelada y se publicaba en tomos anuales. Estas historias son un claro ejemplo del buen hacer del antiguo editor mutante devenido en guionista Bob Harras. Su llegada al título fue muy continuista y su alineación del grupo era bastante heterodoxa pero muy flexible a la hora de establecer lazos con los demás personajes y series de la Casa de las Ideas.
Así tenemos como miembros a un Dios Olímpico, Hércules, una Eterna, Sersi y una Inhumana, Crystal. Tambien a tres Vengadores que ya habían sido parte del grupo con anterioridad: Visión, el Caballero Negro y la Viuda Negra, aquí en función de líder. Luego vendrían los añadidos de Thor, El Espadachín y Madalene además del Capitán América. Este ultimo se uniria de nuevo al equipo después de su dimisión por los hechos acaecidos en la Operación Tormenta Galáctica. Esta formación tan heterodoxa calaría rápidamente entre los lectores convirtiéndose en la marca de estos años para el grupo.

Sagas llenas de épica y sentido de la maravilla para Los Vengadores
Son precisamente las consecuencias de esta guerra sumadas a la aparición del grupo de villanos llamados Los Recolectores los ejes por los que transitan las aventuras de este tomo. Estos recolectores, liderados por el misterioso villano conocido como Proctor. La saga consiguiente se alargaría durante más de veinte número. Así los Vengadores se enfrentarán a los Saqueadores Espaciales, encargados por los Kree de ejecutar al Caballero Negro por haber acabado con la Mente Maestra. Tambien contra los restos de la maltrecha flota Kree que quieren detonar una negabomba para aniquilar la Tierra como venganza. Dos tramas que recuperaban en parte la ampulosidad épica que había caracterizado a Los Vengadores durante sus décadas más gloriosas.
La otra trama general, el enfrentamiento contra los Recolectores se ve interrumpida constantemente por aventuras cortas: luchas contra dioses olímpicos. Por visitas al mundo de Arkon o por breves aventuras guionizadas por otros autores como el enfrentamiento contra un Segador renacido y su Legión de los No Muertos. Guionizada por un cumplidor Lee Kaminski y dibujada por M.C. Wyman. También está el Anual y posterior aventura a modo de fill-in protagonizados por un nuevo villano, emparentado con el Caballero Negro, llamado Espectro de Sangre. Estos últimos guiones están firmados por Greg Herdling y los dibujos por Mike Gustovich. Estas historias estaban integradas en el evento de los Anuales de ese año que consistía en presentar en cada Anual un villano o héroe de nueva creación.

Steve Epting, la grandiosidad clásica en la década de los noventa
En el aspecto gráfico destaca la presencia de un novato Steve Epting que ayudado por el marcado entintado de Tom Palmer va evolucionando a ojos vista del lector. En esta saga empieza a mostrar las dotes que luego le encumbrarían en su magistral etapa con Brubaker en el Capitán América. No obstante estos números, tanto por sus planificaciones de página como por su aplicación de color y su estética particular, son fácilmente reconocibles como hijos de su época. Sin embargo Epting asimila la grandiosidad épica de etapas pasadas –sobre todo la de John Buscema– y remarca su fuerte personalidad gráfica. Esto le distancia de tantos clones de Jim Lee y Liefeld que empezaban a anegar Marvel conformándole como uno de los lápices más interesantes de los años noventa. Algo que su posterior evolución solo reafirmó de una manera más fehaciente.
En conclusión, Los Vengadores: La llegada de Proctor, es una obra muy hija de su tiempo que merece la pena leer. Una etapa que supo sostenerse como un comic que, a pesar de haber absorbido todas las influencias y tropos de la década de los noventa, no cayo en el desastre. Un faro de luz que se mantuvo con gran dignidad en una editorial que estaba perdiendo el rumbo y cuyo destino poco tiempo después sería el reboot editorial más grande que jamas haya tenido; el evento Heroes Reborn. Una etapa reivindicable totalmente y de la que esperamos la publicación del tomo que resuelve la trama de Proctor. Algo que vendrá en unos tebeos hechos con gran oficio y muy entretenidos, factor culebrón incluido y que supusieron el culmen de los héroes más poderosos de la tierra para toda una década.

Ficha técnica

Marvel Héroes. Los Vengadores: La llegada de Proctor
Edita: Panini Comics
Autores: Steve Epting, Bob Harras
Número de páginas: 624 pp
Tamaño: 17X26
Contiene: The Avengers 348-366 y Annual 22
Formato: Tomo en tapa dura
Interior: Color
ISBN: 9788413343969
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Marvel Héroes. Los Vengadores: La llegada de Proctor
NUESTRA NOTA - 76%
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Una muestra clarísima de que los noventa fueron algo más que excesos. La saga más brillante de Los Vengadores en una década que, aunque ocultas, tuvo sus joyas. Acción, drama culebronesco, aventura y un apartado gráfico soberbio. ¿Se puede pedir mas?